domingo, 23 de octubre de 2016

UN MODELO FAMILIAR

UN MODELO FAMILIAR

Una de las necesidades más básicas del niño es la figura de una madre que lo alimente, proteja e instruya. Además, el hombre ha sobrevivido en todas las sociedades a través de su pertenencia a diferentes agrupamientos sociales. En las sociedades primitivas, observamos amplios agrupamientos con una distribución estable de las funciones. En la medida en que las sociedades se hacen más complejas y se requieren nuevas habilidades, se diferencias estructuras sociales. La civilización urbana y no urbana industrial moderna le platea al hombre dos requerimientos conflictivos: la capacidad para desarrollar habilidades altamente especializadas y la capacidad para una rápida adaptación a un escenario socioeconómico que se modifica constantemente. La familia ha sufrido cambios paralelos a los cambios de la sociedad.
Se ha hecho cargo y ha abandonado las funciones de proteger y socializar a sus miembros como respuestas a las necesidades de la cultura. En ese sentido, las funciones de la familia sirven a dos objetivos distintos. Uno es interno la protección psicosocial de sus miembros; el otro es externo la acomodación a una cultura y la trasmisión de esa cultura.

La sociedad industrial urbana ha entrado por la fuerza en la familia, haciéndose cargo de múltiples funciones que fueron consideradas como deberes familiares. En la actualidad los ancianos viven apartados, en hogares para ancianos o en conglomerados edificios hechos especialmente para los ciudadanos de mayor edad. El sostén económico es previsto por la sociedad atreves de la seguridad social o de beneficencia. Los jóvenes son educados por las escuelas, los medios de difusión y por sus compañeros.

Las condiciones que permiten o que requieren que ambos conyugues trabajen fuera de la familia crean situaciones en las que el sistema extra familiar puede avivar y exacerbar los conflictos entre los esposos.

Junto a todos estos cambios, el hombre moderno sigue adherido a una serie de valores que pertenecen a una sociedad diferente, una sociedad en la que los límites entre la familia y lo extra familiar están delineados con claridad. La adherencia a un modelo pasado de moda conduce a clasificar a muchas situaciones que son claramente transicionales como patológicas y patogénicas.

El mundo occidental se encuentra en un estado de transición, y la familia que siempre debe acomodarse a la sociedad, se modifica justamente con él. Pero, debido a las dificultades transicionales, la tarea psicosocial fundamental de la familia a poyar a sus miembros ha alcanzado más importancia que nunca.
LA MATRIZ DE LA IDENTIDAD

En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad independiente. La experiencia humana de identidad posee elementos; un sentimiento de identidad y un sentimiento de separación.
En los precoces procesos de socialización, las familias moldean y programan la conducta del niño y el sentido de la identidad. El sentido de pertenencia se acompaña con una acomodación por parte del niño a los grupos familiares y con su asunción de pautas transaccionales en la estructura familiar que se mantiene a través de los diferentes acontecimientos de la vida.

El sentido de identidad de cada miembro se encuentra influido por su sentido de pertenencia a una familia especifica.

El sentido de separación y de individuación se logra a través de la participación en diferentes subsistemas familiares en diferentes contextos familiares, al igual que a través de la participación en grupos extra familiares. El niño y la familia crecen en conjunto, y la acomodación de la familia a las necesidades del niño de limita áreas de autonomía que el experimenta como separación.

El sentido de identidad de cada individuo es influido por un sentido de pertenencia a diferentes grupos.

Aunque la familia es la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros, también debe acomodarse a la sociedad y garantizar alguna continuidad a su cultura. Esta función social es actualmente la fuente de ataques contra la familia en los estados unidos. La sociedad norteamericana está cambiando, y en su interior muchos grupos quieren acelerar el cambio. Esos grupos consideran a la familia, lo que es bastante cierto, por otra parte, como un elemento de conservadorismo y una fuente de estancamiento.

Todo estudio de la familia debe incluir su complementariedad con la sociedad. La familia nuclear, que en teoría al menos, constituye la norma de la clase media norteamericana, es un desarrollo histórico reciente. Aun en la actualidad, se encuentra confinada en gran medida a las sociedades urbanas industrializadas. Los conceptos de las funciones familiares también cambian a medida que se modifica la sociedad. Hasta hace cuatrocientos años, no se consideraba a la familia como una unidad de educación del niño, y recién mucho tiempo después se reconoció a los niños como individuos con sus propios derechos.

Los ataques contra la familia provienen de muchas fuentes. Confluyen en ellos los lideres intelectuales del movimiento de contra cultura y los grupos de jóvenes que han realizado experiencias de formas comunitarias de organización familiar y de educación de niños comunitaria. En el campo de la salud mental, R. D. Laing y sus discípulos han influido en gran medida sobre estas concepciones al describir a la familia como un productor malevolente de psicosis y, lo que es a un peor, de los adultos normales que pueblan nuestro mundo. El nuevo movimiento feminista también ha atacado a la familia, describiéndola como una trinchera del chauvinismo masculino. Consideran a la familia nuclear como una organización que inevitablemente produce niñitas educadas para ser esposas en la casa de muñecas, y niñitos que también se verán por pautas superadas.

La familia cambiara a medida que cambie la sociedad. Probablemente en forma complementaria, la sociedad desarrollara estructuras extra familiares para adaptarse a las nuevas corrientes de pensamiento y a las nuevas realidades sociales y económicas.

La brecha generacional constituye otro ejemplo de necesidades no satisfechas. La familia renuncia a la socialización de los niños a una edad cada vez más temprana. La escuela, los medios de difusión y los grupos infantiles se ocupan cada vez en mayor medida de la guía y educación de los niños; mayores.

La sociedad occidental no posee funciones claramente diferenciadas para los adolescentes. Cuando la familia deja de ocuparse de sus hijos, los deja a cargo de sistema de apoyo inadecuados. No es sorprendente que las crisis de identidad de los adolescentes hayan dado lugar a un cierto número de fenómenos sociales antinómicos.

Los cambios siempre se orientan desde la sociedad hacia la familia, nunca desde la unidad más pequeña a la mayor. La familia cambiará, pero persistirá debido a que constituye la mejor unidad humana para sociedades rápidamente cambiantes. Cuanto mayor flexibilidad y adaptabilidad requiera la sociedad de sus miembros, más significativa será como matriz de desarrollo psicosocial.

Del mismo modo en que en un sentido genérico la familia cambia y se adapta a las circunstancias históricas, también la familia individual se adapta constantemente. La familia es un sistema abierto en trasformación, es decir que constantemente recibe y envía descargas de y desde el medio extra familiar. Y se adapta a las diferentes de mandas de las etapas de desarrollo que enfrenta.

Pero en cierto la concepción habitual idealizada acerca de la familia normal es la de que no produce estrés. Pese a los estudios sociológicos y antropológicos de la familia, el mito de la placida normalidad persiste, apoyado por horas de programas televisivos en los que se observan personajes bidimensionales. Esta imagen de personas que viven en armonía, enfrentando las descargas sociales sin irritarse y cooperando siempre mutuamente se derrumba tan pronto como se observa a cualquier familia con sus problemas corrientes. Freud señalo que la terapia modifica las pautas neuróticas convirtiéndolas en las miserias normales de la vida. Su comentario es igual cierto para la terapia familiar.

La familia normal no puede ser distinguida de la familia anormal por la ausencia de problema, por lo tanto, el terapeuta debe disponer de un esquema conceptual del funcionamiento familiar que lo ayude a analizar a una familia. Un esquema basado en la concepción de la familia como un sistema que opera dentro de contextos sociales específicos, tiene tres componentes. En primer lugar, la estructura de una familia es la de un sistema sociocultural abierto en proceso de trasformación. En segundo lugar, la familia muestra un desarrollo desplazándose atreves de un cierto número de etapas que exigen una reestructuración. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro.

ESTRUCTURA FAMILIAR


La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a través de pautas transaccionales. Las transacciones establecen pautas acerca de qué manera, cuando con quien relacionarse, y estas pautas apuntalan el sistema. Cuando una madre le dice a su hijo que beba su jugo y este obedece, esta interacción define quien es ella en relación con él y quien es el en relación con ella, en ese contexto y en ese momento.

Las pautas transaccionales regulan la conducta de los miembros de la familia. Son mantenidas por dos sistemas de coacción. El primero es genérico e implica las reglas universales que gobiernan la organización familiar. Por ejemplo, debe existir una jerarquía de poder en la que los padres y los hijos poseen niveles de autoridad diferentes. También debe existir una complementariedad de las funciones, en la que el marido y la esposa acepten la interdependencia y operen como un equipo.

El segundo sistema de coacción es idiosincrático, e implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la familia El origen de estas expectativas se encuentra por años de negociaciones explicitas e implícitas entre los miembros de la familia, relacionadas a menudo con los pequeños acontecimientos diarios.

De ese modo, el sistema se mantiene a sí mismo. Ofrece resistencia al cambio más allá de cierto nivel y conserva las pautas preferidas durante tanto tiempo como pude hacerlo.
Sin embargo, la estructura familiar debe ser capaz de adaptarse cuando las circunstancias cambian. La existencia continua de la familia como sistema depende de una gama suficiente de pautas, la disponibilidad de pautas transaccionales alternativas, y la flexibilidad para movilizarlas cuando es necesario hacerlo. La familia debe responder a cambios internos y externos y, por lo tanto, debe ser capaz de transformarse de modo tal que le permita encarar nuevas circunstancias sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus miembros.

El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Los individuos son subsistemas en el interior de una familia. Las diadas, como la de marido-mujer o madre-hijo, pueden ser subsistemas. Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo interés o función.

Un hombre puede ser un hijo, sobrino, hermano mayor, hermano menor, esposo, padre, y así sucesivamente. En diferentes subsistemas se incorpora a diferentes relaciones complementarias. El niño debe actuar como un hijo como su padre actúa como un padre; y cuando el niño lo hace es posible que deba ceder el poder del que disfruta cuando interactúa con su hermano menor. La organización en un subsistema de una familia proporciona un entrenamiento adecuado en el proceso de mantenimiento del diferenciado yo soy, al mismo tiempo que ejerce sus habilidades interpersonales en diferentes niveles.

Limites

Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quienes participan, y de qué manera. Por ejemplo, el límite de un subsistema parental se encuentra de finido cuando una madre le dice a su hijo mayor: no eres el padre de tu hermano.  Si anda en bicicleta por la calle, dímelo y lo hare volver.

La función de los limites reside en proteger la diferenciación del sistema. Todo subsistema familiar posee funciones específicas y plantea de mandas especificas a sus miembros, y el desarrollo de las habilidades interpersonales que se logra en ese subsistema, es afirmado en la libertad de los subsistemas de la interferencia por parte de otros subsistemas.
Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser claros. Deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y los otros.

La familia aglutinada responde a toda variación en relación con lo habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La familia desligada tiende a no responder cuando es necesario hacerlo. En una familia aglutinada los padres pueden verse sumamente afectados por que un hijo no come el postre. Los padres de una familia desligada, por su parte, pueden permanecer inmutables ante los problemas escolares de un hijo. A menudo, un terapeuta opera como un delineador de límites, que clarifica los limites difusos y abre a los limites excesivamente rígidos. Su evaluación de los subsistemas familiares y del funcionamiento de los limites proporciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia en función del cual orienta sus intervenciones terapéuticas.

EL SUBSISTEMA CONYUGAL

El subsistema conyugal se constituye cunado dos adultos de sexos diferente se unen con la intención expresa de constituir una familia. Posee tareas o funciones específicas son vitales para el funcionamiento de la familia. Las principales cualidades para la implementación de sus tareas son la complementariedad y la acomodación mutua. Es decir que la pareja debe desarrollar pautas en las que cada esposo apuntala la acción del otro en muchas áreas. Deben desarrollar pautas de complementariedad que permita a cada esposo ceder sin sentir que se ha dado por vencido. Tanto el esposo como la esposa deben ceder parte de su individualidad para logara un sentido de pertenencia.

El subsistema conyugal puede convertirse en un refugio ante los stress externos y en la matriz para el contacto con otros sistemas sociales. Pueden fomentar el aprendizaje, la creatividad y el crecimiento. En el proceso de acomodación mutua, los conyugues pueden actualizar aspectos creativos de sus pautas que permanecían latentes y apuntalar los mejores rasgos de cada uno. Pero las parejas también pueden estimularse mutuamente con los rasgos negativos. Los conyugues pueden insistir en mejorar o preservar a su pareja y, a través de ese proceso, descalificarla. En lugar de aceptarla como es, imponen nuevos estándares que deben lograrse.

Esas pautas negativas pueden existir en las parejas corrientes sin que ello implique una patología grave o motivaciones malevolentes en ninguno de sus miembros. Si un terapeuta debe enfrentar una pauta que funciona en forma negativa, debe tener en cuenta la necesidad de enfrentar el proceso sin atacar las motivaciones de los participantes. El terapeuta debe realizar interpretaciones que subrayen la reciprocidad, tales como: “usted protege a su mujer de un modo que la inhibe, y usted suscita una protección in necesaria de su esposo con gran habilidad”.

El subsistema conyugal debe llegar a un límite que lo proteja de la interferencia de las demandas y necesidades de otros sistemas; en particular, cuando la familia tiene hijos. Si el el limite alrededor de los esposos es excesiva mente rígido, el sistema puede verse estresado por su aislamiento, pero si los esposos mantienen limites flexibles, otros subgrupos, incluyendo a los hijos y a los participantes políticos, pueden interferir en el funcionamiento de su subsistema.

En términos humanos simple, marido y mujer se necesitan mutuamente como refugio ante los múltiples requerimientos de la vida. En terapia, esta necesidad obliga a que el terapeuta proteja los límites que rodean al subsistema conyugal. Si en una sesión los hijos interfieren en las relaciones del subsistema conyugal, se debe anulara esta interferencia.

EL SUBSISTEMA PARENTAL

Cuando nace el primer hijo se alcanza un nuevo nivel de formación familiar. En una familia intacta el sistema conyugal debe diferenciarse entonces para desempeñar las tareas de socializar un hijo sin renunciar al mutuo a poyo que caracteriza al subsistema conyugal. Se debe trazar un límite que permita el acceso de un niño a ambos padres y, al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales.


A medida que el niño crece, sus requerimientos para el desarrollo, tanto de la autonomía como de la orientación, imponen de mandas al subsistema parental que debe modificarse para satisfacerlas. El niño comienza a tener contacto con compañeros extra familiares, la escuela, y otras fuentes socializantes exteriores a la familia. Si el niño es severamente afectado por su medio extra familiar, ello puede afectar no solo su relación con sus padres sino, incluso, las transacciones internas del subsistema conyugal.

Se espera de los padres que comprenda las necesidades del desarrollo de sus hijos y que expliquen las reglas que imponen. El ser padre es un proceso extremadamente difícil. Nadie lo desempeña en su entera satisfacción, y nadie atraviesa el proceso incólume.
Los procesos que corresponden a ello difieren según la edad de los niños. Cuando estos son muy pequeños, predominan las funciones de alimentación. A medida que el niño madura, especialmente en el trascurso de la adolescencia, los requerimientos planteados por los padres comienzan a entrar en conflicto con los requerimientos de los hijos para lograr una autonomía adecuada a su edad. A medida que los niños crecen es posible que no acepten las reglas. Los niños comunican sus necesidades con distintos grados de claridad, y realizan nuevos requerimientos a los padres, como los de que se les dedique un mayor tiempo o un mayor compromiso emocional.

La relación de paternidad requiere la capacidad de alimentación, guía y control. Las proporciones de estos elementos dependen de las necesidades de desarrollo del niño y de las capacidades de los padres. Pero la relación requiere el uso de la autoridad. Los padres no pueden desempeñar sus funciones ejecutivas a menos que dispongan del poder necesario para hacerlo.

El apoyo terapeuta al subsistema parental puede entrar en conflicto con el objetivo terapéutico de apoyar la autonomía de los hijos. En esas situaciones el terapeuta debe recordar que solo un subsistema parental débil instaura un control restrictivo, y que ese control excesivo se presenta por lo general cuando el control es ineficaz.

EL SUBSISTEMA FRATERNO

El subsistema fraterno es el primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar las relaciones con sus iguales.
En el mundo fraterno, los niños aprenden a negociar, a cooperar a competir. Aprenden a lograr amigos y aliados, a salvar la apariencia cuando ceden, y a logar reconocimiento por sus habilidades. Pueden asumir posiciones diferentes en sus relaciones mutuas, y estas posiciones, y estas posiciones asumidas tempranamente en el subgrupo fraterno, pueden ser significativas en el desarrollo posterior de sus vidas.

Cuando los niños se ponen en contacto con el mundo de sus iguales extra familiares, intentan actuar de acuerdo con las pautas del mundo fraterno. Cuando aprenden formas alternativas de relación, incorporan las nuevas experiencias al mundo fraterno. Si la familia del niño posee modalidades muy particulares, los límites entre la familia y el mundo extra familiar pueden convertirse en excesivamente rígidos. Es posible, entonces, que el niño enfrente dificultades para incorporarse a otros sistemas sociales.

La significación del subsistema fraterno se observa con mayor claridad en caso de ausencia. Los niños sin hermanos desarrollan pautas precoces de acomodación al mundo adulto, que pueden manifestarse en un desarrollo precoz. Al mismo tiempo, pueden mostrar dificultades para el desarrollo de la autonomía y la capacidad de compartir, cooperar y competir con otros. 

Un terapeuta debe conocer las necesidades del desarrollo de los niños y debe ser capaz de apoyar el derecho del niño a la autonomía sin minimizar los derechos de los padres. Los límites del subsistema fraterno deben proteger a los niños de la interferencia adulta, para que puedan ejercer su derecho a la privacidad, tener sus propias áreas de interés y disponer de la libertad de cometer errores en su exploración.

DAPATCION DE LA FAMILIA

Una familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus propios miembros y subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las instituciones sociales significativas que influyen sobre los miembros familiares.

En este proceso de cambio y de continuidad las dificultades para acomodarse a las nuevas situaciones son inevitables. Es posible que al concentrase en la dinámica familiar, los terapeutas minimicen este proceso, del mismo modo en que el terapeuta dinámico puede minimizar el contexto del individuo. El peligro de esa actitud es el excesivo énfasis en la patología. Los procesos transicionales de adaptación a nuevas situaciones, en los que la falta de diferenciación y la angustia que caracteriza a todos los procesos, pueden ser considerados así erróneamente como patológicos.

El stress sobre un sistema familiar puede originarse en cuatro fuentes. En primer lugar, puede originarse en el contacto de un miembro o toda la familia con fuerza extra familiares. Los momentos transicionales en la evolución de la familia también pueden ser una fuente de tensión, al igual que los problemas de idiosincrasia.

CONTACTO STRESSANTE DE UN MIENBRO CON FUERZA EXTRA FAMILIARES.

Una de las principales funciones de la familia consiste en brindar apoyo a sus miembros. Cuando uno de estos se encuentra afectado por un stress, los miembros de la familia sienten la necesidad de acomodarse a sus nuevas circunstancias. Esta acomodación puede limitarse a un subsistema o, por lo contrario, difundirse en el seno de toda la familia.

Por ejemplo, si el marido pierde su trabajo, la familia debe modificarse para garantizar su supervivencia, es posible que la esposa deba asumir una mayor responsabilidad para el sostén financiero de la familia y, así, modifique la naturaleza del subsistema ejecutivo. Este cambio puede obligar a otros cambios en el subsistema parental. El padre puede ocuparse así de las tareas de alimentación que anteriormente correspondían a la madre. O, si no, pueden recurrirse a una abuela para que se ocupe de las funciones de los padres. Si la familia responde a la pérdida del trabajo del padre con rigidez, pueden aparecer entonces pautas transaccionales disfuncionales. Por ejemplo, se recurre a la abuela para ocuparse de los hijos, pero los padres se niegan a concederle la autoridad necesaria para que desempeñe su responsabilidad.

CONTACTO STRESSANTE DE LA FAMILIA EN SU TOTALIDAD CON FUERZA EXTRA FAMILIARES.

Un sistema familiar puede verse sobre cargado por los efectos de una depresión económica. O, si no, el stress puede generarse en un cambio de domicilio motivado en una mudanza o en un traslado a otra ciudad. Los recursos de la familia para hacer frente a esas situaciones se encuentran amenazados en forma particular por la pobreza y por la discriminación.

La intervención del terapeuta debe orientarse en su evaluación de la familia. Si analiza la organización de la familia y determina que es básicamente viable pero que se encuentra sobre cargada por los contactos con tantas instancias incoordinadas, debe actuar como el consejero de la familia. Puede enseñar a la familia la manera de manipular las instituciones en beneficio propio. O puede trabajar para coordinar las acciones de las instancias, referente a la familia. Por ejemplo, una familia portorriqueña abrumada por los problemas de reubicación, el terapeuta familiar puede in formarse acerca alumnos portorriqueños o de organizaciones sociales y cívicas destinadas a ayudar a este grupo étnico.

STRESS EN LOS MOMENTOS TRANSICIONALES DE LA FAMILIA.

Existen muchas fases en la evolución natural de una familia que requieren la negociación de nuevas reglas familiares. En este proceso, se plantea inevitablemente conflictos. Idealmente, los conflictos serán resueltos por negociaciones de transición y la familia se adaptará con éxito. Estos conflictos ofrecen una oportunidad de crecimiento a todos los miembros de la familia. Sin embargo, si no se les resuelve, los problemas transicionales pueden plantear dificultades mayores.

Los stress son producidos también por la adaptación a una disminución del número de miembros de la familia, causada por circunstancias tales como muerte de un miembro de la familia, separación o divorcio, encarcelamiento, internación en una institución o partida de un niño para proseguir sus estudios. Por ejemplo, cuando una pareja se separa deben desarrollarse nuevos subsistemas y líneas de diferenciación. La unidad de dos padres e hijos debe convertirse a hora en una unidad de un padre e hijos, con el otro padre excluido.

A menudo, las familias emprenden una terapia debido a que las negociaciones que conducen a una transición exitosa se han visto bloqueadas. Es más fácil ayudar a una familia que enfrenta problemas relacionados con una transición reciente que a una familia que ha boqueado negociaciones de adaptación a lo largo de un periodo.


STRESS REFERENTES A PROBLEMAS DE IDIOSINCRACIA.

Un terapeuta de familia debe tomara en cuenta todas las circunstancias y tener presente la posibilidad de que áreas de terminadas de la familia den lugar a pautas transaccionales disfuncionales.

El mismo tipo de stress puede producirse cuando un niño con una deformidad física, por ejemplo, un labio leporino, crece. Es posible que la familia se haya adaptado correctamente a las necesidades del niño cuando este era pequeño, pero a medida que crece experimenta dificultades en su, interacción con grupos extra familiares de niños de su edad que no lo aceptan, este stress puede sobrecargar al sistema familiar.

En resumen, el esquema conceptual de una familia normal presenta tres facetas. En primer lugar, una familia se trasforma a lo largo del tiempo, adaptándose y reestructurándose de tal modo que pueda seguir funcionando. Sin embargo, es posible que una familia que ha funcionado eficazmente responda a stress del desarrollo a pegándose en forma inadecuada a esquemas estructurales previos.

En segundo lugar, la familia posee una estructura que solo puede observarse en movimiento. Se prefieren algunas pautas, suficientes para responder a los requerimientos habituales. Pero la fortaleza del sistema depende de su capacidad para movilizar pautas transaccionales alternativas cuando las condiciones internas o externas de la familia le exigen una reestructuración.

Finalmente, una familia se adapta al stress de un modo tal que mantiene la continuidad de la familia al mismo tiempo que permite reestructuraciones.  Si una familia responde al stress con rigidez, se mantienen pautas disfuncionales. Eventualmente, ello mide llevar la familia a una terapia  



  

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