viernes, 25 de noviembre de 2016

Martín payne: Terapia narrativa


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Martín payne: Terapia narrativa

Introducción para profesionales


La terapia narrativa se centra en lo atípico: esto es, en lo que la persona ve como atípico. Nos mueve a examinar lo atípico minuciosamente: porque por medio de lo poco común las personas pueden escapar de las historias que determinan sus percepciones y, por ende, sus vidas. Cuando las descripciones estereotipadas de la experiencia son reexaminadas en busca de nuevos detalles, devienen menos influyentes, seguras y estables. La terapia narrativa fomenta la emergencia de narrativas ricas a partir de descripciones aisladas o incompatibles, que no son consideradas erróneas ni limitadas sino pobres o ralas.

Aunque hay ciertas prácticas habituales en terapia narrativa, la prioridad es responder de manera sensible a la persona, no imponerla una secuencia predeterminada de acciones. Algunas de mis sesiones han seguido casi al pie de la letra la cadena de prácticas que expongo a continuación; en otras he utilizado sólo unas pocas de ellas y en otras no he aplicado ninguna.


El lenguaje de la terapia narrativa

Puede que el lenguaje de White y Epston parezca oscuro y enigmático al lector que no está familiarizado con la terapia narrativa, o que éste encuentre términos conocidos usados con significados poco comunes. En ocasiones, esto se debe a que White y Epston emplean la jerga de la terapia familiar, que los terapeutas de otras tradiciones ignoran.

Otras veces, su lenguaje es perfectamente claro y comprensible para quienes han leído las publicaciones donde se definen los términos, pero no para los demás lectores: En primer lugar, hago a la familia preguntas potenciales que les ayuden a identificar los acontecimientos extraordinarios; luego, enmarco estos acontecimientos extraordinarios en un patrón temporal; doy importancia a los relatos inusuales y especulo acerca de nuevas posibilidades. Todos estos interrogantes motivan a los miembros de la familia a ejercer una práctica del significado.

Todas las terapias desarrollan un léxico que refleja sus ideas y presupuestos; pero White y Epston prestan particular atención a la precisión lingüística porque el lenguaje puede emborronar o distorsionar una experiencia que se está contando, condicionar las formas en las que actuamos o sentimos o, por el contrario, formularse consciente mente como herramienta terapéutica. Para ellos, una de las principales responsabilidades del terapeuta es ser consciente del lenguaje que usa: Hemos de tener en cuenta el tema del lenguaje.

Hoy en día, los profesionales de la salud mental disponen de un número increíble de medios para patologías a la gente. Tenemos una cantidad de formas de hablar e interactuar con la gente que reproduce el dualismo sujeto y objeto que domina la conformación de relaciones en nuestra cultura. Puede que el uso de la palabra persona en vez de cliente evidencie su insatisfacción con las implicaciones de un término habitual y muy respetable; nunca he encontrado un texto donde lo explique, pero White ya habla de personas en sus primeros trabajos.
Tampoco utiliza las expresiones caso o historia de caso, que, según él, objetivizan las vidas de las personas y ocultan el hecho de que éstas traen a consulta sus experiencias más significativas, teñidas de afecto, maravilla, gozo, desesperanza y dolor. Una palabra tan patologizadora y distante como caso no honra la confianza que muestra la gente que decide ir a terapia en un momento difícil de su vida.

La organización de las sesiones

Las sesiones en terapia narrativa no tienen una duración determinada. La narrativa no es una terapia breve, y algunos relatos de White y Epston incluyen buen número de sesiones; pero herramientas como los testimonios externos o los documentos terapéuticos pueden reducir eficazmente la duración de la terapia.
Con frecuencia, unas pocas sesiones, muy distanciadas entre sí, son suficientemente efectivas, incluso ante problemas de larga duración.

Perfil de las prácticas de terapia narrativa

Las prácticas son descritas con un orden aproximado, aunque el terapeuta puede, tanto en una sola sesión como en una serie de ellas, ampliarlas, reducirlas, volver a ellas u omitirlas del todo de acuerdo con su sentido de lo que podría ser útil para la persona. Las prácticas se han dividido en epígrafes siguiendo criterios convenientemente descriptivos. La variedad, la complejidad, la sensibilidad, el tacto y la flexibilidad de la terapia narrativa no se reflejan en este esbozo, que no se debería tomar como una prescripción.
La narrativa comienza cuando el asesor presta una atención respetuosa y comprometida a una persona en un lugar seguro y privado. El terapeuta invita a la persona a hablar de sus problemas y la escucha con interés. Con frecuencia, las primeras historias están llenas de frustración, desesperación y dolor, con poco o ningún asomo de esperanza. White las llama descripciones saturadas del problema. Las descripciones saturadas del problema encarnan el relato dominante de la vida de una persona. El terapeuta acepta y se toma en serio esta descripción; pero, al mismo tiempo, asume que es solamente parte de la historia. No todas las descripciones del principio de la terapia están saturadas del problema: la persona puede haber cambiado de postura frente a sus preocupaciones antes de acudir a consulta. Cuando eso pasa, la práctica que se reseña a continuación puede ser muy diferente.

 Una vez que la persona, habiendo terminado su narración, hace una pausa, el terapeuta comienza a hacer preguntas para extender y aclarar su relato, urgiéndola a detallar aún más la forma en la que experimenta sus dificultades y las consecuencias de éstas en su vida. A través de sus respuestas, tanto la persona como el terapeuta hacen acopio de los recuerdos y experiencias que serán la base de la terapia. Últimamente, White ha abandonado el término «descripción saturada del problema» en favor del de descripción rala o enrarecida, que refleja con más exactitud la idea de que el relato inicial siempre omite algunos elementos de la experiencia vivida.

BAUTIZAR EL PROBLEMA

Además de motivar a la persona a expandir su narrativa inicial, el terapeuta la invita a poner un nombre específico al problema, quizás una palabra o una frase corta. Si a la persona no se le ocurre nada, el terapeuta hace sugerencias depresión, estrés en pareja, abuso, etc. Este nombre se utiliza hasta que subsiguientes descripciones permiten escoger uno más apropiado y preciso. El bautizar el problema  añade énfasis y concreción, permite a la persona sentir que controla su problema y posibilita la externalización de éste.

LENGUAJE EXTERNALIZADOR

El terapeuta emplea un lenguaje que transmite, implícitamente, que el problema «tiene efectos sobre» la vida de la persona, en lugar de «ser parte de» ella. Este artificio se llama externalización del problema. El terapeuta no dice te deprimiste ni ustedes estaban estresados, sino la depresión invadió tu vida o el estrés los afectó a ambos
.
Sin embargo, no se emplea la externalización para referirse a acciones perjudiciales o abusivas. A éstas se las llama por su nombre: Te maltrató durante mucho tiempo, o, si la persona es la causante del maltrato, La maltrataste durante mucho tiempo. Sí pueden extemalizarse las creencias que justifican el maltrato: Te dominaba la creencia de que la violencia es aceptable.

TOMAR EN CUENTA ASPECTOS POLÍTICOS Y SOCIALES

La terapia narrativa asume que los factores sociales, políticos y culturales afectan a las vidas de las personas y, sobre todo, que las relaciones de poder son endémicas en las sociedades occidentales tanto local interpersonal como global mente.

Se reconoce que la terapia misma puede ser nociva si se basa en relaciones de poder tácitas: los terapeutas narrativos intentan minimizar este peligro mediante el constante examen crítico de su trabajo y la continúa comprobación de que las personas lo encuentran aceptable.

PREGUNTAS DE INFLUENCIA RELATIVA

Estas preguntas apuntan a dos tipos de descripción: a) la influencia que el problema ha tenido y tiene en la vida de la persona; y, por contra, b) la influencia que la persona ha tenido y tiene en «la vida del problema ».

En la actualidad. White prefiere esperar a que estos recuerdos aparezcan por sí solos en las descripciones más «ricas» de la experiencia de la persona; entonces, los fo caliza e invita a la persona a estudiarlos en detalle mediante preguntas relativas a los sentimientos, pensamientos y acciones, pasados y presentes, de la persona o quienes la rodean. White utiliza un término de Erving Goffman (1961), desenlaces inesperados, para referirse a estos recuerdos significativos que contradicen la historia dominante saturada del problema.

USO DE DOCUMENTOS TERAPÉUTICOS

El terapeuta puede emplear documentos escritos, de su propia auto ría o creados por la persona que consulta. Estos documentos resumen los descubrimientos de la persona y le permiten describir su propio progreso. Ella puede conservarlos para utilizarlos de nuevo en el futuro o cuando tenga necesidad de ellos.
Se utilizan para consolidar el progreso porque la palabra escrita es más permanente que la hablada y porque, en la sociedad occidental, goza de mayor autoridad en este caso, la autoridad de la persona que los usa.

LA TERAPIA CONTINÚA: NARRAR Y RE-NARRAR
PARA ENRIQUECER EL RELATO

 Cuando la terapia se prolonga, su objetivo es asistir a la persona en la construcción y enriquecimiento del relato que ha empezado a escribir con su vida, lo que es y en lo que puede convertirse.

EL USO DE TESTIGOS EXTERNOS

Los miembros del público son los «testigos externos»: la sesión consiste en varios momentos de narrar y re narrar. Puede grabarse en un vídeo, que la persona puede llevarse consigo y contemplar en privado. Los testigos externos pueden compartir sus propios recuerdos con la persona, no para cuestionar o restar importancia a su relato sino para reforzarlo con las resonancias que les produce. El público puede también provenir de la comunidad en general; el terapeuta puede realizar una sesión en la casa o el espacio de trabajo de la persona.

RE-MEMBRAR

Además de obtener testigos externos, las personas pueden consolarse y apoyarse en las reminiscencias de individuos importantes a los que han perdido: familiares y amigos con los que han perdido el contacto o que han fallecido, desconocidos que contribuyeron significativamente a la vida de la persona en alguna ocasión excepcional, gente famosa cuyos ejemplos de integridad y valor enriquecieron indirectamente a la persona.

LA TERMINACIÓN DE LA TERAPIA

La última sesión es una celebración, la persona puede invitar a personas para ella significativas para compartir su experiencia; la ocasión puede festejarse por medio de una ceremonia, como la entrega de un certificado terapéutico.

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