White y
Epston: Medios narrativos para fines terapéuticos
Relato,
conocimiento y poder.
En este capítulo Michael White, presento
un resumen de algunos de los más recientes avances en teoría social que a David
Epston y a mí nos parecieron de gran interés y también algunas de las
consecuencias que, en nuestra opinión, esas ideas tienen para
La
terapia.
Me permitiré resumir aquí, aun a riesgo
de simplificarlas, las posiciones adoptadas en ese debate. Algunos han
sostenido que en realidad el poder no existe, que es algo que se construye en
el lenguaje. Y que quienes experimentan sus efectos han contribuido a producirlo.
La otra posición sostiene que el poder existe realmente y que es ejercido por
algunas personas con el propósito de oprimir a otras. La polémica parece haber
llegado a un punto muerto y ello no ha contribuido a hacer avanzar nuestra
reflexión sobre el poder y su funcionamiento.
Creemos que Foucault proporciona una vía
para abandonar este callejón sin salida. No obstante, para los que no están familiarizados
con sus ideas y su estilo, su lectura suele resultar difícil. En este trabajo he
hecho todo lo posible por presentar algunas de sus ideas en una forma que,
espero, las haga razonablemente accesibles. No sé hasta qué punto lo he
logrado: esto sólo puede decidirlo el lector.
Los expertos en ciencias sociales se
refieren al método interpretativo cuando estudian los procesos por los que
desciframos el mundo. Dado que no podemos conocer la realidad objetiva, todo
conocimiento requiere un acto de interpretación.
Bateson argumentaba que para nosotros no
es posible conocer la realidad objetiva. Refiriéndose a la máxima de Korzybski que afirma que el
mapa no es el territorio, Bateson afirma que la comprensión que tenemos de un hecho,
o el significado que le atribuimos, está determinada y restringida por su
contexto receptor; es decir, por la red de premisas y supuestos que constituyen
nuestros mapas del mundo. Comparando estos mapas con pautas, argumentó que la
interpretación de todo acontecimiento está determinada por la forma en que éste
encaja dentro de pautas conocidas, y llamó al proceso codificación de la parte
a partir del todo. (Bateson, 1972).
No sólo sostuvo que la interpretación de
un evento está determinada por su contexto receptor sino también que aquellos
acontecimientos que no pueden pautarse no son seleccionados para la
supervivencia; para nosotros, tales acontecimientos no existen como hechos.
La obra de Bateson me llevó también a
prestar atención a una dimensión que en general no tiene demasiado eco en la
terapia: la dimensión temporal. Al afirmar que toda información es
necesariamente la noticia de una diferencia, y que es la percepción de la diferencia
lo que desencadena todas las nuevas respuestas en los sistemas vivos, demostró
que situar los eventos en el tiempo es esencial para la percepción de la
diferencia, para la detección del cambio.
Con respecto a la terapia familiar que
es nuestra área de interés especial el método interpretativo, en vez de
proponer que cierta estructura subyacente o disfunción de la familia determina
el comportamiento y las interacciones de sus miembros, sostendría que es el significado
que los miembros atribuyen a los hechos lo que determina su comportamiento.
Así, desde hace algún tiempo me intereso por cómo las personas organizan sus
vidas alrededor de ciertos significados y cómo, al hacerlo, contribuyen inadvertidamente
a la supervivencia y a la carrera del
problema.
Me intereso por las exigencias del
problema para su supervivencia, y por el efecto que tienen esas exigencias
sobre las vidas y las relaciones de las personas. He propuesto que las
respuestas de los miembros de la familia a las exigencias del problema, tomadas
en su conjunto, constituyen inadvertidamente el sistema de apoyo a la vida del
problema.
La analogía del texto me proporcionó una
segunda descripción de la manera en que las personas organizan sus vidas
alrededor de determinados problemas. A través de esta analogía, se puede
considerar que esta organización refleja la interacción de lectores y escritores
en torno a ciertos relatos o narraciones.
ANALOGÍA
Las analogías que empleamos determinan
nuestro examen del mundo: las preguntas que formulamos acerca de los hechos, las
realidades que construimos y los efectos reales experimentados por quienes
participan en la indagación. Las analogías que usamos determinan incluso las
propias distinciones que extraemos del mundo.
Al preferir una analogía sobre otra, no podemos
recurrir a criterios tales como su corrección o exactitud, dado que estos
atributos no se pueden establecer para cualquier analogía. Pero podemos, al
menos en alguna medida, investigar las analogías a través de las que vivimos,
situando nuestras propias prácticas dentro de la historia del pensamiento
social, y examinando y criticando los efectos de esas prácticas.
LA ANALOGÍA DEL TEXTO
Los investigadores que adoptaron la
analogía del texto respondieron argumentando que, para entender nuestras vidas y
expresarnos a nosotros mismos, la experiencia debe relatarse y que es
precisamente el hecho de relatar lo que determina el significado que se
atribuirá a la experiencia.
En su esfuerzo de dar un sentido a su vida,
las personas se enfrentan con la tarea de organizar su experiencia de los
acontecimientos en secuencias temporales, a fin de obtener un relato coherente de
sí mismas y del mundo que las rodea. Las experiencias específicas de sucesos
del pasado y del presente, y aquellas que se prevé ocurrirán en el futuro,
deben estar conectadas entre sí en una secuencia lineal, para que la narración
pueda desarrollarse.
La estructuración de una narración
requiere la utilización de un proceso de selección por medio del cual dejamos
de lado, de entre el conjunto de los hechos de nuestra experiencia, aquellos
que no encajan en los relatos dominantes que nosotros y los demás desarrollamos
acerca de nosotros mismos. Así, a lo largo del tiempo y por necesidad, gran
parte de nuestro bagaje de experiencias vividas queda sin relatar y nunca es
«contado» o expresado. Permanece amorfo, sin organización y sin forma:
Algunas experiencias son rudimentarias,
en el sentido de que simplemente no entendemos lo que estamos experimentando, o
bien porque esas experiencias no son narrables, o bien porque carecemos de los recursos
representativos y narrativos, o porque nos falta vocabulario (E. Bruner, 1986b,
págs. 6-7).
De todo esto se desprende que la
analogía del texto propone la idea de que los relatos o narraciones que viven
las personas determinan su interacción y su organización, y que la evolución de
las vidas y de las relaciones se produce a partir de la representación de tales
relatos o narraciones. De modo que la analogía del texto es diferente de
aquellas analogías que propondrían, en las familias y las personas, una
estructura o patología subyacente, constitutiva o modeladora de sus vidas y relaciones.
Los relatos están llenos de lagunas que
las personas deben llenar para que sea posible representarlos. Estas lagunas
ponen en marcha la experiencia vivida y la imaginación de las personas. Con
cada nueva versión, las personas reescriben sus vidas. La evolución vital es
similar al proceso de reescribir, por el que las personas entran en los
relatos, se apoderan de ellos y los hacen suyos.
Así, la analogía textual nos introduce
en un mundo intertextual, y ello en dos sentidos. En el primero, afirma que las
vidas de las personas están situadas en textos dentro de textos. En el segundo
sentido, cada vez que se cuenta o se vuelve a contar un relato, a través de su
realización, surge un nuevo relato, que incluye al anterior y lo amplía.
LA
ANALOGÍA DEL TEXTO Y LA TERAPIA
Goffman afirma que en la estructuración
de la experiencia en el entramado social del desarrollo de una persona a lo
largo de la vida los acontecimientos
extraordinarios son ignorados en favor de aquellos cambios en el tiempo que son
básicos y comunes para los miembros de una categoría social, aunque sucedan
independientemente para cada uno de ellos.
La externalización del relato saturado
de problemas puede iniciarse fomentando primero la externalización del problema
y rastreando después la influencia del problema en la vida y las relaciones de
la persona. Se empieza por preguntar a las personas cómo ha estado el problema afectando a sus
vidas y sus relaciones. Al lograr separarse de la descripción de la vida
saturada por el problema, de la lectura habitual del relato dominante, las
personas están en mejores condiciones para identificar los acontecimientos
extraordinarios.
A medida que los relatos alternativos se
prestan a ser representados, es posible expresar y difundir otros aspectos,
amables pero anteriormente negados, de la experiencia de la persona. Invitar a
las personas a convertirse en espectadores de su propia representación de estos
relatos alternativos favorece la supervivencia de los relatos y el sentido de
agencia personal. Esto puede facilitarse alentando a las personas a identificar
aquellas expresiones de aspectos de la experiencia vivida que previamente habrían
quedado sin relatar, y a revisar los verdaderos efectos de estas expresiones
sobre sus vidas y sus relaciones.
En conclusión, la re narración de la
experiencia necesita del compromiso activo de las personas con la reorganización
de su experiencia, con la libre recombinación de los factores naturales en
todas las pautas posibles (Turner, 1974, pág. 255). Y es esto, junto con las
invitaciones a ser conscientes de un proceso en el que son simultáneamente actores y público de su
propia representación, y en el que cada uno produce sus propias producciones,
lo que proporciona un contexto de reflexividad. Este contexto aporta nuevas
posibilidades a las personas respecto de la posesión de sí mismas, de los otros
y de sus relaciones.
LA NARRACIÓN DOMINANTE COMO CONOCIMIENTO
DOMINANTE Y UNIDAD DE
PODER
Al igual que los relatos de los aborígenes
norteamericanos, también los relatos de las personas que acuden a terapia están
enmarcados en un contexto más amplio. La analogía del texto no sólo nos proporciona
un marco que nos permite tener en cuenta el contexto sociopolítico de las
personas cuyas vidas están situadas en muchos textos, sino que nos permite
también estudiar la acción y los efectos del poder sobre las vidas y las relaciones. Esta posibilidad
es importante, porque la perspectiva del poder se ha pasado frecuentemente por
alto en la literatura terapéutica en general, y sobre todo en la benévola visión
que solemos tener de nuestras propias prácticas.
Los análisis del poder que han aparecido
en la literatura terapéutica lo han representado, tradicionalmente, en términos
individuales: como un fenómeno biológico que afecta a la psique del individuo;
o como una patología individual que es el resultado inevitable de experiencias
personales tempranas y traumáticas; o en términos marxistas, como un fenómeno
de clase. Más recientemente, ciertos análisis feministas del poder lo han
enmarcado como un fenómeno represivo específicamente vinculado a la diferencia
entre los sexos. Ello sensibilizó a muchos terapeutas respecto de las experiencias
de malos tratos, explotación y opresión relacionadas con el sexo.
Si bien no dejamos de reconocer los
efectos liberadores del análisis del poder en cuanto mecanismo represivo
vinculado al sexo, creemos que es importante también considerar el espectro más
general del poder, no sólo sus aspectos represivos sino al mismo tiempo sus aspectos
constitutivos. En este sentido es importante la obra de Michel Foucault. La
siguiente exposición de la contribución de Foucault al análisis del poder no es
en modo alguno exhaustiva; por el contrario, sólo se presentan algunos de sus
conceptos.
El
conocimiento y el poder como constitutivos
Por lo general se afirma que el poder es
represivo en su acción y en sus efectos, y negativo en fuerza y carácter. Se
dice del poder que descalifica, limita, niega y contiene. Sin embargo, Foucault
sostiene que nosotros experimentamos sobre todo los efectos positivos y constitutivos
del poder, que estamos sujetos al poder por medio de verdades normalizadoras
que configuran nuestras vidas y nuestras relaciones.
Así, al examinar los efectos positivos
del poder, Foucault no hace referencia a lo positivo en el sentido usual, es
decir, a lo positivo como algo deseable o beneficioso. Se refiere más bien a
que el poder es constitutivo o determinante de las vidas de las personas. La idea
de un poder cuyos efectos son negativos aporta una teoría de la represión,
mientras que la idea de un poder cuyos efectos son positivos conduce a una
teoría acerca de su papel en la construcción de las vidas de las personas. Y al
discutir las «verdades, Foucault no asume la creencia de que existen hechos
objetivos o intrínsecos respecto de la naturaleza de las personas, sino más
bien ideas construidas a las que se asigna un status de verdad. Estas verdades son normalizadoras en el
sentido de que construyen normas en torno a las cuales se incita a las personas
a moldear o constituir sus vidas. Se trata, por lo tanto, de «verdades» que
especifican realmente las vidas de las personas.
Según Foucault, un efecto primario de
este poder a través de la «verdad» y de esta «verdad» a través del poder es la
especificación de una forma de individualidad, una individualidad que es, a su
vez, un «vehículo» de poder. En vez de afirmar que esta forma de poder reprime,
Foucault sostiene que subyuga. Forja a las personas como «cuerpos dóciles» y
las hace participar en actividades que apoyan laproliferación de conocimientos
«globales» y unitarios, así como también las técnicas del poder. No obstante,
al referirse a conocimientos globales y unitarios Foucault no sugiere que haya
conocimientos universalmente aceptados. Se refiere, en cambio, a aquellos
conocimientos que pretenden constituir verdades unitarias y globales: los conocimientos de la realidad objetiva de las
modernas disciplinas científicas. Como sujetos de este poder, a través del
conocimiento.
Poder y conocimiento
No puede haber ejercicio posible del
poder sin una cierta economía de discursos de verdad, economía ésta que actúa
mediante y sobre la base de esta asociación. Estamos sujetos a la producción de
verdad a través del poder y no podemos ejercitar el poder si no es a través de la
producción de verdad (1980, pág. 93).
Al situar juntos de este modo conocimiento
y poder, Foucault se opone a una concepción del poder y el conocimiento que
sugiere que el conocimiento sólo se hace problemático cuando es ejercido por
aquellos que tienen poder para alcanzar sus propios fines. Sostiene, en cambio,
que todos nosotros actuamos coherentemente dentro y a través de un determinado
campo de poder/conocimiento y que, aunque estos actos tienen sus efectos reales,
no pueden identificarse con motivos especiales. Aquí Foucault no habla de todas
las formas de poder, sino de una forma de poder particularmente moderna e
insidiosa.
De este modo, Foucault nos libera de la
preocupación por el «punto de vista interno» cuando se trata de explicar la
acción del poder, cuestionando las preocupaciones que podamos tener con
respecto a quién planifica sus efectos y a las decisiones que se tomen sobre su
ejercicio.
Análisis del
poder ascendente versus
descendente
Estas técnicas fueron esencialmente
técnicas de control social, de sometimiento, dirigidas a la objetivación o
«cosificación» de las personas, y a la objetivación de sus cuerpos. Se trataba,
entre otras, de técnicas para la organización y distribución de las personas en
el espacio, a fin de obtener la mayor eficiencia y economía; para el registro y
la clasificación de las personas; para la exclusión de grupos de gente y para
la asignación de identidad a esos grupos; técnicas para el aislamiento de las personas
y para el desarrollo de medios eficaces de observación vigilancia y evaluación.
Foulcault detalló también la tecnología
elaborada para reclutar personas que participaran activamente en su propio
sometimiento. Cuando se establecen las condiciones necesarias para que las
personas experimenten una evaluación continua según determinadas normas
institucionalizadas, cuando no se puede escapar a estas condiciones, y cuando
se puede aislar a las personas en su experiencia de tales condiciones, esas
personas se convierten en sus propios guardianes. En estas circunstancias, los
individuos evaluarán perpetuamente su propio comportamiento y actuarán sobre
ellos mismos para convertirse en cuerpos dóciles. Según Foucault, vivimos en
una sociedad en que la evaluación, o juicio normalizador, ha reemplazado a la
acción judicial y a la tortura como mecanismo primario de control social: la nuestra
es la sociedad de la «mirada» omnipresente.
Foucault argumenta también que, así como
estas técnicas fueron desarrolladas en el nivel local, es también en este nivel
donde el ejercicio del poder está menos oculto y, por lo tanto, es más
accesible a la crítica. Promueve el estudio de la historia del poder y de sus efectos
en los «extremos» de la sociedad, como en clínicas, organizaciones locales, la
familia, etc.
.
Conocimientos
subyugados
La segunda clase de conocimientos
subyugados está constituida por aquellos que Foulcault denomina conocimientos
populares locales o indígenas, es decir,
los conocimientos «regionales» que están actualmente en circulación, pero a los
que se niega el espacio en el que podrían representarse adecuadamente. Se trata
de conocimientos que sobreviven en los márgenes de la sociedad y que se
consideran de bajo rango, insuficientes y exiliados del dominio legítimo de los
conocimientos formales y las ciencias aceptadas. Son los «conocimientos
ingenuos, ubicados muy abajo en la jerarquía, por debajo del nivel exigido de
cognición o cientificidad.
Foucault señala que, a través de la
recuperación de los detalles de estos conocimientos autónomos y descalificados
en la unión de un conocimiento erudito y
los recuerdos locales podemos redescubrir la historia de las luchas y los conflictos.
Y, al proporcionar un espacio adecuado en el que estos conocimientos puedan
realizarse, podemos desarrollar una crítica efectiva de los conocimientos
dominantes, una crítica cuya validez no dependa de la aprobación de los regímenes
de pensamiento establecidos.
Así, es evidente que Foucault no propone
ideología alternativa alguna, ningún otro conocimiento unitario ideal alrededor
del cual podamos organizar nuestras vidas. Y tampoco sugiere que sea posible
negar el conocimiento, es decir, experimentar el mundo y actuar, fuera de los
efectos mediadores del conocimiento y de las prácticas discursivas. Ni tampoco
defiende un retorno a una versión del positivismo que intente establecer prácticas
basadas en la idea de una experiencia inmediata que escape al confinamiento en
el conocimiento. Defiende, en cambio, la insurrección de los conocimientos
subyugados contra las instituciones y contra los efectos del conocimiento y del
poder que invisten al discurso científico, la insurrección de los
conocimientos.
RELATOS
ALTERNATIVOS Y DISCURSOS CULTURALMENTE DISPONIBLES
Ahora bien, ¿cómo modifica esto nuestra
visión general de la experiencia que una persona tiene de un problema? Según
esa visión general las personas experimentan problemas que con frecuencia llevan
a la terapia cuando las narraciones en las que cuentan su experiencia y o en
las que su experiencia es narrada por otros, no rentan suficientemente su
experiencia vivida y, en estas circunstancias, habrá aspectos significativos de
sus vivencias que contradigan esta narración dominante.
En primer lugar, a la
luz del análisis de Foucault, podríamos suponer además que aquellas narraciones
que no representan suficientemente las experiencias vividas de una persona o
entran en contradicción con aspectos vitales de esa experiencia, están
significativamente influidas por los discursos de verdad de los conocimientos unitarios.
En segundo
lugar, podríamos suponer que las personas son incitadas a realizar acciones, a
través de las técnicas de poder, que afectan a sus vidas y a sus relaciones, a fin
de someterse y someter a otros a las especificaciones referentes a la condición
y las relaciones personales contenidas en estos discursos de verdad.
A continuación expongo algunas ideas sobre
una orientación terapéutica muy influida por el pensamiento de Foucault.
Seguirá luego una discusión de ciertas prácticas terapéuticas basadas en el
supuesto, ya mencionado, acerca de cómo las personas experimentan los problemas,
a la luz del análisis de Foucault del poder y conocimiento.
Orientación terapéutica
Al aceptar el análisis de Foucault
acerca del surgimiento de conocimientos globales y unitarios es decir, los
conocimientos científicos con pretensiones globales y unitarias de verdad,
debemos mostrarnos cautos a la hora de situar nuestras prácticas en los
discursos de verdad de las disciplinas profesionales, aquellos discursos que
proponen y defienden explicaciones de realidad objetiva respecto de la
condición humana.
Si aceptamos que poder y conocimiento
son inseparables que un ámbito de conocimiento es un ámbito de poder, y un
ámbito de poder es un ámbito de conocimiento y si aceptamos que simultáneamente
soportamos los efectos del poder y ejercemos poder sobre otros, entonces no
podemos contemplar con aquiescencia nuestras prácticas.
Deberíamos suponer, por el contrario, que
estamos siempre participando simultáneamente en ámbitos de poder y de conocimiento.
Así, deberíamos esforzarnos por establecer condiciones que nos ayuden a
criticar nuestras prácticas formadas en ese ámbito. Deberíamos trabajar para
identificar el contexto de las ideas en las que nuestras prácticas están
situadas, y explorar la historia de esas ideas.
Si aceptamos la propuesta de Foucault de
que las técnicas de poder que «incitan» a las personas a constituir sus vidas a
través de la «verdad» se desarrollan y perfeccionan en el nivel local y se
adoptan luego en niveles más amplios, entonces, al unirnos a otras personas pura
cuestionar estas prácticas, debemos aceptar también que estamos inevitablemente
comprometidos en una actividad política. Y por otra parte, tendríamos asimismo
que reconocer que, si no nos unimos con otras personas para cuestionar estas
técnicas de poder, también estamos comprometiéndonos en una actividad política.
No se trata de una actividad política que implique la propuesta de una
ideología alternativa, sino de una actividad política que cuestiona las
técnicas por medio de las cuales se somete a las personas a una ideología
dominante.
Apartarse de
los conocimientos unitarios
La externalización del problema ayuda a
las personas a identificar los conocimientos unitarios y los discursos «de
verdad» que las están sometiendo, y a liberarse de ellos. Al describir la
influencia del problema en la vida y las relaciones de la persona, estos
conocimientos unitarios pueden ponerse en evidencia alentando a las personas a
identificar ciertas creencias acerca de ellas mismas, los otros y sus
relaciones, que se refuerzan y confirman continuamente debido a la presencia
del problema.
Estas expectativas, especificaciones y
normas pueden dar detalles sobre las «verdades» de los conocimientos unitarios.
Entonces será posible explorar la historia del efecto de estas «verdades» en la
constitución de la vida y las relaciones de esas personas. A través de este
proceso de externalización, las personas adoptan una perspectiva reflexiva respecto
de sus vidas, y pueden considerar nuevas opciones para cuestionar las
«verdades» que experimentan como definidoras y especificadoras de ellas mismas
y de sus relaciones. Esto les ayudará a negarse a la «cosificación» de sus personas
y sus cuerpos a través del conocimiento.
Cuestionamiento
de las técnicas de poder
las técnicas de poder que «incitan» a
las personas a constituir sus vidas a través de la «verdad» pueden cuestionarse
recurriendo a la externalización del problema. Como se mencionó anteriormente,
estas técnicas incluyen: las de
organización de las personas en el espacio, las de registro y clasificación de
las personas, las de exclusión de grupos de personas y las de asignación de identidad
a estos grupos, así como también las técnicas para el aislamiento de las
personas y para asegurar medios eficaces de vigilancia y evaluación.
Estas exigencias incluyen la
organización específica de las personas, así como también determinadas relaciones
consigo mismas y con los demás; y pueden identificarse explorando la manera en
que el problema parece obligar a las personas a tratar a los demás y a sí mismas.
Así, se revelan los detalles de las técnicas de poder a que las personas están
sujetas, sometiéndose ellas mismas y sometiendo a los demás.
Se puede invitar a reflexionar sobre
otras posibles oportunidades de extender este relato de resistencia y sobre los
probables efectos sobre la vida y las relaciones de la persona, en caso de que
la resistencia tenga éxito. Al identificar estos acontecimientos extraordinarios,
será posible cuestionar eficazmente el sometimiento a las técnicas de juicio
normalizador, o sea, a la evaluación y clasificación de las personas y sus
relaciones según las verdades dominantes. Los cuerpos dóciles se convierten así
en espíritus animados.
.
Resurrección de los conocimientos subyugados
Como hemos visto, la externalización del
problema puede utilizarse para identificar y externalizar el conocimiento
unitario. Esto es útil porque ayuda a las personas a cuestionar las verdades
que especifican sus vidas, es decir, a no dejarse subyugar por los
conocimientos unitarios. Además, al ayudar a las personas a apartarse de estos
conocimientos unitarios, la externalización abre un espacio para la
identificación y la circulación de conocimientos alternativos o subyugados.
En la anterior exposición acerca de
analogía textual y terapia, se propuso la idea de que es posible generar y regenerar
relatos alternativos a través de la representación de significado alrededor de acontecimientos
extraordinarios. Esta representación puede también proporcionar una base para
la identificación de los conocimientos subyugados y para la apertura de
espacios en los que puedan circular estos conocimientos. Y también en este caso
la identificación de estos acontecimientos extraordinarios puede verse facilitada
por la externalización del problema.
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